sábado, 11 de septiembre de 2010

Ascetismo y herejía - Josef Pieper

Un escritor tan moderno como James Joyce tuvo durante toda su vida el acto carnal por vergonzoso, según se desprende de la bien documentada biografía de Richard Ellmann. A ninguno de los grandes doctores de la cristiandad se le ocurrió jamás tal cosa. Para Tomás de Aquino, por ejemplo, resulta evidentísimo (tanto que apenas hace falta recalcárselo todavía a algunos supuestos entendidos, aunque de todas maneras creemos oportuno recordarlo aquí) que el impulso sexual no es un mal necesario, sino un bien. Siguiendo en esto las huellas de Aristóteles, llega incluso a decir que en el semen humano hay algo divino. Igualmente obvio le parece a Tomás que, como el comer y el beber, la satisfacción del instinto natural de la sexualidad y el deseo carnal que de ella se deriva nada tienen de pecaminoso (absque omni peccato), con tal que se preserven la moderación y el orden. En efecto, el sentido intrínseco del apetito sexual, procrear hijos que sigan poblando la tierra y el reino de Dios, no es ni siquiera un bien como cualquier otro, sino, al decir del propio Tomás, "un bien eminente". Por si esto fuera poco, la indiferencia apática (insensibilitas) frente a todo deseo carnal, que más de uno podría verse tentado a considerar como ideal de perfección cristiana, se califica en la Suma Teológica no sólo de defecto, sino de positiva imperfección moral (vitium).

Aquí mismo debemos hacer notar que la procreación no es el único y exclusivo sentido del apetito sexual, así como tampoco los hijos son la única y exclusiva razón de existir del matrimonio. Éste, en cambio, es la plenitud o consumación propia del instinto carnal. De los tres "bienes" del matrimonio (fides, proles, sacramentum: comunidad de vida, hijos, sacramentalidad), la fides, o sea la comunidad íntima e inviolable de vida, constituye, según Tomás, el "bien" ordenado al hombre "en cuanto hombre".

Si Tomás se muestra tan claro en este punto y lo afirma sin la menor sombra de duda, es porque, más que ningún otro doctor cristiano, ha tomado en serio y calado a fondo el pensamiento original de la revelación: Omnis creatura Dei bona est, "todo cuanto Dios ha creado es bueno". Estas palabras proceden del apóstol Pablo, quien con el mismo argumento, es decir, la misma referencia a la creación, fustiga "la hipocresía de algunos embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia" y "prohíben el matrimonio y el uso de ciertos manjares..." (1 Tim 4, 2s). Herejía e hiperascetismo son y fueron siempre parientes próximos. El Padre de la Iglesia Juan Crisóstomo lo proclamó ya enérgicamente hace siglos; interpretando en uno de sus sermones la frase bíblica "dos en una sola carne" como unión corporal de los esposos, añade: "¿Por qué has de sonrojarte ante lo que es puro? ¡Tal es lo propio de los herejes!".


Fuente: Josef Pieper, Antología,
Editorial Herder, Barcelona 1984, pp. 87-88.

Tomado del Centro de Humanidades Josef Pieper

viernes, 3 de septiembre de 2010

San Pío X: contra el modernismo, tomismo


Recordamos hoy, tres de septiembre, al único papa santo del s. XX, San Pío X, que nos dejó la gran Encíclica Pascendi, de absoluta actualidad, que además de exponer perfectamente y condenar el modernismo (que es la suma de todas las herejías), supo encontrar con total precisión la causa y el remedio de esta enfermedad que corroe la Iglesia cada vez más:

CAUSAS Y REMEDIOS

La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualesquier errores…

Y si de las causas morales pasamos a las que proceden de la inteligencia, se nos ofrece primero y principalmente la ignorancia. -En verdad que todos los modernistas sin excepción, quieren ser y pasar por doctores en la Iglesia, y aunque con palabras grandilocuentes subliman la filosofía moderna y desprecian la escolástica, no abrazaron la primera deslumbrados por sus aparatosos artificios, sino porque su completa ignorancia de la segunda les privó del instrumento necesario para suprimir la confusión en las ideas y para refutar los sofismas. Y del consorcio de la falsa filosofía con la fe ha nacido el sistema de ellos, inficionado por tantos y tan grandes errores…

Tres son principalmente las cosas que tienen por contrarias a sus conatos: el método escolástico de filosofar, la autoridad de los Padres y la tradición, el magisterio eclesiástico. Contra ellas dirigen sus más violentos ataques. Por esto ridiculizan generalmente y desprecian la filosofía y teología escolástica, y ya hagan esto por ignorancia o por miedo, o, lo que es más cierto, por ambas razones, es cosa averiguada que el deseo de novedades va siempre unido con el odio del método escolástico y no hay otro más claro indicio de que uno empiece a inclinarse a la doctrina del modernismo que el comenzar a aborrecer el método escolástico. Recuerden los modernistas y sus partidarios la condenación con que Pío IX estimó que debía reprobarse la opinión de los que dicen: El método y los principios, con los cuales los antiguos Doctores escolásticos cultivaron la Teología, no corresponden a las necesidades de nuestro tiempo ni al progreso de la ciencia. Por lo que toca a la tradición, se esfuerzan astutamente en pervertir su naturaleza y su importancia, a fin de destruir su peso y autoridad.


REMEDIOS EFICACES

En primer lugar, pues, por lo que toca a los estudios, queremos, y definitivamente mandamos, que la Filosofía escolástica se ponga por fundamento de los estudios sagrados.

Lo principal que es preciso notar es que, cuando prescribimos que se siga la Filosofía escolástica, entendemos principalmente la que enseñó Santo Tomás de Aquino, acerca de la cual, cuanto decretó Nuestro Predecesor queremos que siga vigente y, en cuanto fuere menester, lo restablecemos y confirmamos mandando que por todos sea exactamente observado. A los Obispos pertenecerá estimular y exigir, si en alguna parte se hubiese descuidado en los Seminarios, que se observe en adelante, y lo mismo mandamos a los superiores de las Ordenes religiosas. Y a los maestros les exhortamos a que tengan fijamente presente que el apartarse del Doctor de Aquino, en especial en las cuestiones metafísicas, nunca dejará de ser de gran perjuicio…”

Sancte Pie Decime, gloriose patrone, ora pro nobis.